Que poco sé. De mi mañana, de cómo viviré, que comeré o a quien lloraré. Es un día frío, uno en el cual la sangre se detiene solo para oír el pesado latido de tu corazón. Sientes como se te cristaliza, el flujo de tus caminos verdosos. El color de la muerte brota en tus labios y un diario te cubre. Buscas aislarte del mundo. Y recuerdas que no hace falta, porque a ellos no les importas, apagan su colilla en ti. Sabes que te hablo a ti pasivo de la vida, que solo te importa sentarte y fingir dolor, con solo una moneda para tus vicios, con tu silla, pidiendo misericordia en las salidas de las magnificas letrinas santas.
Sé que no todos, nacimos en el mismo basural, pero si sé que la vida es puta, y cuando te puede evacuar y romperte (tu ya sabes, río) no dudara en hacerlo. Así que abre paso ser, tu que no le ves sentido a tu camino no estorbes en mi vereda. El gobernante la hizo para caminar, las camas están más lejos de lo que tu piensas. Un zumbido una luz, no la de un ángel. Estoy en una calle, esta lloviendo, torrencialmente. Trato de ponerme en pie. De pronto veo un carro bajo mío. Hecho de madera, con ruedas de una carretilla de supermercado.
Horrorizado grito, y ese estremece a la gente que iba pasando. No comprendo en que momento llegue aquí, siquiera lo que me había sucedido, me encontré perdido y con un dolor que ya no era parte de mí. La lluvia se detuvo. Empecé a moverme como podía. Tras de mi un hilo y de él colgaba el sonido, más atroz y desgarrador que haya escuchado. Se arrastraba con mas gracia que yo, y su eco encantaba al que por allí pasaba. No tenia espejo. De pronto el reflejo de los ojos de la gente me mostró su odio, claro no todos. Pero si los que me veían. Era como que trate de matarlos.
Mi miseria, mi agonía era mucho sabor amargo. Estaba solo, no hay un techo, ni comida, solo un gemido que trataba de pedir ayuda, y que seguro se entendía por otra cosa, pues todos decían abran paso. Allí me di cuenta de que no me había equivocado, me dio repulsión el actuar de ellos. Me apresure a tomar el tren, y como si fuera leproso, se oía el rumor a lo lejos, abran paso. Era el rey de los indigentes, y vi a la vida en su peor cara. Una niña, sin manos y con la piel derretida, en si quemada sus ojos azules se desteñían, por su sonrisa. Se que me miró, y oí su cálida vos, ¡sal de acá invalido este es mío!.
Todos nos sentimos en algún momento desnudos y no hay hacia donde correr. Tus dedos duelen del frío invierno. No hay una ducha con agua tibia. Siempre hay alguien mejor, siempre tendrás que afrontar la vida, es una selva y se libre de caminar y andar. Pero recuerda no eres el único, hay limites y aprende esas leyes porque te depositaras en un frasco con serpientes venenosas. Sé tú, nadie más, corre y llega tan lejos como puedas. Están detrás de ti y cuando escuches ese sonido y veas esa luz, es tu decisión yo me deje atrapar. Pero correré y no solo vi el infortunio también lo sentí en mis venas.
Aun así abre paso, porque hoy estoy arriba, y cuando me halle halla abajo; en ese momento lloré y grité, no hubo Dios alguno, ni gente a mi lado, yo soy lo que soy, eso aprendí de TI. Abre paso que no tengo tiempo para ti. La vida corre y no sé que haré mañana, no sé que comeré, ni a quien lloraré. Si lo haré por ti o solamente me encerrare en mi cuarto y entre mis sabanas lloraré por mí.
Wow querido amigo, me has dejado impresionado, espectacular relato, es simplemente maravilloso y fascinante al leer, te felicito mucho guapo, espero te encuentres bien!
ResponderEliminarTengo nuevo msn, bociba@live.com
Besos